1- Sentarse en la bergère e inclinar la cabeza hacia atrás.
2- Tomar (aferrarse a) los posabrazos como si el sillón fuese a salir despedido.
3- Cerrar los ojos.
4- Paladear cada nota.
5- Sentir que el roce de las cortinas es provocado por la cálida brisa del ocaso.
6- Dejarse conducir al paraíso artificial .
7- Evitar dejar rastros para hacer imposible el regreso al punto de partida.