sábado, 4 de abril de 2009

El final






-Me molesta que las cabezas de sus palomas emitan gemidos por las noches. No nos dejan dormir.
Ella sólo percibió el olor nauseabundo que su cuerpo despedía y, sin siquiera mirarlo, pensó que ya había emprendido el largo viaje. Él era un asesino.
Ya nada bueno podía venir. Los glaciales ojos parecían canicas chocando entre sí. Tic, tic, tic, (opacos).
Súbitamente: el viento por la ventana. La mujer rodeó amorosamente el cuello, masajeándolo lentamente. Luego, el chasquido infernal mientras se agitaban los plumeros eléctricos. Cuello. Ojos. Vacío.
Vacío.