sábado, 4 de abril de 2009

El final






-Me molesta que las cabezas de sus palomas emitan gemidos por las noches. No nos dejan dormir.
Ella sólo percibió el olor nauseabundo que su cuerpo despedía y, sin siquiera mirarlo, pensó que ya había emprendido el largo viaje. Él era un asesino.
Ya nada bueno podía venir. Los glaciales ojos parecían canicas chocando entre sí. Tic, tic, tic, (opacos).
Súbitamente: el viento por la ventana. La mujer rodeó amorosamente el cuello, masajeándolo lentamente. Luego, el chasquido infernal mientras se agitaban los plumeros eléctricos. Cuello. Ojos. Vacío.
Vacío.

martes, 17 de febrero de 2009


Ella. Se me cae de las manos. La veo pequeña. Llora. Desde el fondo del estanque llega el eco de su vestido rasgado por las piedras. Roja cinta que rompe y envuelve. Sepultura preciosa para ella. Llora. Mis dedos tocan el agua. Y quisiera creer desatando. Otra vez el nudo. Otra vez. Pero ella. Ella no quiere. Delira desde el fondo. Desde lo dulce. Hasta lo hiriente. Ya no la reconozco. Sé que es ella. Es un capullo. Ella. Es una hoja. Ella. Y las hojas caen. Su destino. Mi destino. Tocar el fondo. Dormir.

domingo, 11 de enero de 2009

Venecia paralizada


Son las calles de Venecia el agua verdosa. El agua verdosa por las calles de piedra. No por los canales. La plaza de San Marcos se desaparece al atardecer. ¿Y?

Las palomas sobrevuelan las cúpulas azules y el león se ahoga dando un último dorado rugido. El agua pegotea las arcadas. Los pilares no soportan el hedor y sucumben, derrumbándose, hundiendo sus cabezas para siempre.

Las góndolas golpean los techos, rompiendo tejas que caen como dientes. Flotan plumas. Ecos de palacio mancillado al ritmo de los cadáveres que comienzan a poblarlo todo. ¿Y?

Y yo te arranqué la boca con mi boca y la tiré al agua.